La experiencia turística ¿realidad o fantasía?

La experiencia turística ¿realidad o fantasía?

La experiencia turística ¿realidad o fantasía?

A la hora de viajar los turistas buscamos contrastes, una división entre lo ordinario, encarnado por la rutina, el lugar de residencia o trabajo, las relaciones sociales habituales, y lo extraordinario, un lugar de ensueño creado a partir de unas expectativas personales.

Ese contraste está dado por la propia perspectiva del mundo cotidiano. No representa el mismo interés en personas que provienen de entornos rurales que de urbanos, individuos con vidas acomodadas que aquellas en situación de vulnerabilidad, jóvenes que adultos mayores, personas que conviven con algún tipo de discapacidad de las que no.

En cualquier caso, los aspectos materiales de la experiencia están vinculados a nuestros movimientos en el espacio, los desplazamientos, el alojamiento por breves períodos fuera de casa, los productos turísticos que elegimos o podemos pagar, los atractivos culturales, las bellezas escénicas, todos rasgos que motorizan la demanda.

El dato es que los operadores de mercado crean entornos burbuja con motivaciones generadas en las ciudades de origen, más que en las ciudades de destino. El turista, interesado por la otredad, representada por la cultura local del lugar que visita y su gente, se inmiscuye en asuntos que le son ajenos. Por su parte, la comunidad anfitriona para no sentirse tan invadida en su intimidad, se corre en cierto grado de su autenticidad.  Con seguridad existe una prestación del servicio que se considera como auténtica, y una autenticidad de las personas contempladas, que pueden no ser las mismas.

Respecto a los aspectos subjetivos de la experiencia turística, decimos que los lugares que elegimos para turistear suelen contrastar con los que consideramos habituales, ya que buscamos experimentar el placer fuera de lo común en relación a nuestro cotidiano. Otro aspecto subjetivo es la posibilidad de rememorar los buenos momentos vividos a través de las fotos, que miramos una y otra vez para retroalimentar el ánimo viajero y cargar las baterías que descarga la rutina. Porque el turismo se transmite mediante representaciones, esto es aventura, romanticismo, descanso, etc., buscamos una vivencia irreal que distinga nuestra realidad; paralelamente, existe la necesidad de dotar de autenticidad la experiencia, en una especie de búsqueda de lo sagrado a través del turismo.

Existe una mirada muy fuerte por parte del turismo sobre la cuestión patrimonial de una comunidad, en relación a su bien común. El turismo comete apropiaciones en nombre de las preferencias y las necesidades de los turistas de acuerdo al contexto espacio temporal (“leyes de mercado»). Las apropiaciones resultan socialmente desiguales ya que, en términos turísticos, una parte de ese bien común es arbitrariamente excluido, abriendo la posibilidad de que los procesos patrimoniales comunitarios queden indefectiblemente atravesados por la óptica turística.

Pervive un vínculo entre patrimonio y atractivos en función de las tendencias, porque la actividad turística es centralmente productiva y tiende a cubrir nuevas expectativas. Está la metáfora de las abejas: destinos que, para atraer a los turistas, se exhiben floridos. Esto nos lleva a pensar que existen distintas versiones de un mismo destino en función de quien quiera visitarlo. En definitiva, el turismo alienta simulaciones culturales por la avidez de un supuesto turismo posfordista –sucesor al de la era industrial- de gustos sofisticados.

La autenticidad buscada por los turistas parece ser algo más parecido a lo percibido, que a la propia encarnación de la cultura. En síntesis, el producto turístico puede no ser el auténtico pero se consume como tal. Estas dinámicas pueden ser tomadas por la población local no como un efecto denigrante, sino como una forma de adaptación a la globalización, para no quedar fuera de un sistema que la engulle.

La posmodernidad supuso la ruptura con lo hegemónico y los relatos dominantes. La globalización ha provocado una movilización sin precedentes: se acortan las distancias, el trastorno está en la percepción del espacio tiempo porque todo nos parece instantáneo, efímero, las personas podemos compartir material audiovisual desde cualquier parte del mundo instantáneamente.

Lastimosamente, existe una homogeneización de la cultura. Vivimos la era de la “disneyzación” del mundo: la era de la simulación. Un mundo de copias sin originales. El simulacro en el mundo posmoderno determina lo real. Disney es la “América real”, y esto tiende a penetrar en partes lejanas del mundo, adulterado culturas. La cultura se compra sin dudar de su legitimidad. Homogeneización e hibridación cultural, parecen reducir lo distinto e incrementar lo parecido. En medio, los viajeros que gustamos de la autenticidad padecemos la angustia del turista

En la era de las simulaciones, parece haber una búsqueda de distinción en sentido doble: satisfacer gustos sofisticados y lograr distinción social. El post turista persigue la novedad dentro de la cultura global (un mega evento electrónico, por ejemplo), en vez de comprometerse con la autenticidad local. Hay una búsqueda de fantasía, capaz de producir sentido lúdico, de autenticidad existencial aunque es consciente de su irrealidad (los videojuegos, por ejemplo). En turismo existen parques temáticos cuyo prototipo es, justamente, Disneylandia. Hay también una  búsqueda de vivencias extremas, excitación,  emoción, riesgo, tendientes a convertir “proezas» en espectáculos.

También es cierto que hoy en día nos inspiran a mantener autenticidad, la ecología, la cultura patrimonial, lo orgánico, la sustentabilidad, el respeto por todas las especies, ingresando al escenario nuevos actores para constituir los “atractivos necesarios” que capten nuevos flujos. En este contexto, áreas naturales, espacios culturales, experiencias urbanas, recobran importancia ¿Es posible el binomio destino auténtico más disfrute de turistas?  Hacer frente a esta paradoja frente a los cambios -cada vez más dinámicos- es una discusión que el sector turístico debe afrontar y dar.

«Gracias a la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires UNICEN, y a la materia Introducción al Turismo, por el acceso a pensadores que me brindaron información fidedigna para la redacción del contenido del presente blog».

Nota: Todas las imágenes son de mi autoría, fueron tomadas durante diversos viajes.

Silvana Sánchez, agosto 2025

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Silvana Sánchez

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